La política exterior de la Nación durante los cuatro años del Gobierno de Cambiemos
será recordada por numerosos desaciertos en varios puntos estratégicos. Algunos de
esos errores fueron coyunturales y fundados en repudiables decisiones políticas, mientras
otros estuvieron más bien ligados al desaprovechamiento de escenarios potencialmente
beneficiosos para los intereses de nuestro Estado.
En el plano internacional, el período 2015-2019 implicó grandes desafíos en torno a
las relaciones internacionales y el derecho internacional público. Es dable destacar que
el escenario geopolítico ha virado considerablemente en el nuevo milenio y, particularmente
en la última década, ha reconfirmado que las tradicionales relaciones de poder
resultantes de la guerra fría han perdido cierta vigencia. Ya no puede hablarse de un
mundo partido y repartido entre dos actores (Estados Unidos y la Federación Rusa), sino
hay que sumar a la ecuación a la República Popular China, que en las últimas décadas
ha abandonado su estatus de gigante dormido, liderado una revolución tecnológica y
comercial, y con certeza puesto en jaque el hasta entonces indiscutido liderazgo planetario
de los Estados Unidos.
A continuación se detallan las principales temáticas abordadas por la política exterior
argentina entre 2015 y 2019:
Relación con Estados Unidos
La relación con la nación del Norte ha sido fundamental desde siempre en la política
exterior de nuestro país. La llegada al poder de Donald Trump implicó el regreso de doctrinas
cerradas, conservadoras, xenófobas y perjudiciales para la cooperación y coordinación
internacional. A pesar de ello, el gobierno encabezado por Mauricio Macri intentó
el regreso a las relaciones carnales con los Estados Unidos, con magros resultados en
relación con los intereses soberanos de nuestra República.
Si lo que se pretendió con el acercamiento a los Estados Unidos fue una nueva apertura
al mundo y un mensaje positivo desde el plano diplomático, definitivamente se trató
con la persona equivocada y en el momento menos oportuno: el gobierno de Donald
Trump significó sin duda alguna un ejemplo de todo lo que no se debe hacer en materia
de relaciones internacionales. A través de un discurso agresivo y de políticas aislacionistas,
los Estados Unidos han incursionado en una guerra comercial aún no resuelta
con China, influido en el reavivamiento de las tensiones en Medio Oriente, escalado por
momentos las tensiones con potencialidad nuclear entre las Coreas, entre otras cosas. A
ello debe adicionársele la gran cantidad de denuncias a tratados internacionales relativos
al mantenimiento de la paz y seguridad internacional en las que ha incurrido EE.UU.1
Estamos hablando de un Estado que quitó el visado a la fiscal jefe de la Corte Penal
Internacional.2
El acercamiento con el país del Norte giró siempre en torno a la facilitación del acceso
a líneas de crédito del Fondo Monetario Internacional. El acuerdo, como se detalla en el
apartado “Deuda externa” del presente informe, se llevó adelante por una cifra récord.
De más está decir, que la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos considera
repudiable cómo ha administrado el Gobierno de Cambiemos los fondos recibidos.
La profundización incondicional de las relaciones con los Estados Unidos implicó
el acatamiento de sus doctrinas respecto de la región: como se verá más adelante, la
Argentina se vio forzada a reconocer a Guaidó como presidente a cargo de Venezuela
y, por otra parte, a desconocer la existencia de un golpe de Estado en Bolivia. Esas son
contradicciones diplomáticas que reflejan el ciego acatamiento de la agenda internacional
impuesta por Estados Unidos.
Relación con la Federación Rusa y la República Popular China
Las relaciones con la Federación Rusa se enfriaron en el período 2015-2019, lo que
resulta negativo en tanto dicho Estado sigue ocupando un papel estratégico en el ámbito
global. Si bien, como se dijo, el panorama internacional ha abandonado la bipolarización
característica de la segunda mitad del siglo XX, lo cierto es que Rusia sigue ejerciendo
a nivel mundial gran influencia económica y militar, a la que debemos sumar la alianza
estratégica en materia tecnológica con China, la gran potencia a seguir de cerca.
La República Popular China, por su parte, es el Estado con el que mayores beneficios
comerciales puede obtener nuestro país. El abastecimiento del casi ilimitado mercado
interno chino ha sido el motor de buena parte de las exportaciones de la República
Argentina en la última década. Sin embargo, el Gobierno de Cambiemos ha mantenido la
relación comercial con China en la exportación de bienes primarios, es decir, en la primarización
de nuestra economía, lo que perpetúa el déficit comercial y no tiene en cuenta el
interés nacional.
El acercamiento incondicionado a la doctrina estadounidense ha sido, sin duda
alguna, un obstáculo para la profundización de los vínculos con China, quien mantiene
un duro enfrentamiento comercial con EE.UU. desde hace cerca de dos años.
La región
En cuanto a Latinoamérica, Argentina ha adoptado en el período 2015-2019 una posición
antagónica al sistema de integración que venía llevándose adelante en años anteriores.
Lejos de consolidar la unión de los países de la región, el Estado optó por denunciar
el tratado constitutivo de la UNASUR, retirándose de este modo de dicho sistema de
integración3. Asimismo, como se verá más adelante, apoyó la suscripción de un Acuerdo
entre el Mercosur y la Unión Europea que podría resultar peligroso para los intereses de
los países de la región.
En particular, respecto de las situaciones más resonantes en Sudamérica en el
periodo 2015-2019, la Argentina se comportó del siguiente modo:
Situación en Venezuela: abandonando su histórica posición de no injerencia en
los asuntos externos, la Argentina adhirió a la postura estadounidense y reconoció al
gobierno autoproclamado de Juan Guaidó. El Estado no sólo avaló su estatus de presidente
a cargo, sino otorgó credenciales diplomáticas a la comitiva enviada por éste, lo
que resulta repudiable en materia de relaciones internacionales.
El papel de Argentina en la crisis venezolana debió haberse limitado siempre al de
exhortar a su vecino Estado al mantenimiento de la paz y el restablecimiento pleno de
las instituciones democráticas. Nunca debió inmiscuirse Argentina en los asuntos de un
Estado extranjero y, mucho menos, con tamaña indiscreción diplomática.
Golpe de Estado en Bolivia: en contraposición a la injerencia en los asuntos venezolanos,
llamó la atención el inconcebible silencio guardado por el Gobierno de
Cambiemos respecto del golpe de Estado gestado en Bolivia durante los últimos días
del mandato de Cambiemos. El Canciller Jorge Faurie evitó en todo momento referirse a
la situación del vecino hermano como un Golpe de Estado, aseverando que no estaban
configurados los elementos para considerarlo de esa forma4. De nuevo, Argentina se alineó
en este sentido con la posición estadounidense, en clara contraposición al repudio
de gran parte de la comunidad internacional sobre lo sucedido en el vecino país, que no
fue otra cosa que un flagrante quiebre del Estado de Derecho.
Acuerdo MERCOSUR-UE
El Acuerdo entre el Mercado Común del Sur y la Unión Europea fue un anhelo de
mucho tiempo que terminó materializándose durante la administración de Mauricio
Macri. Si bien es interesante la repercusión del acuerdo en materia de relaciones internacionales,
es preciso advertir que restan definir sus términos y condiciones en detalle,
por lo que será necesario continuar con las negociaciones en forma inteligente, evitando
así conformarse con los lineamientos básicos del acuerdo alcanzado, que bien podrían
devenir en un deterioro de las asimetrías regionales.
En ese sentido, si nos alejamos de la lógica estrictamente diplomática del acuerdo
y analizamos detalladamente su impacto en los distintos rubros productivos, veremos
con claridad como la región -y particularmente nuestro país- puede verse afectada en
lo relativo a sus industrias nacionales. En términos estructurales, los únicos verdaderamente
beneficiados por este acuerdo histórico serían los sectores agroexportadores más
concentrados, mientras que las pequeñas y medianas empresas se verían sumamente
perjudicadas por su imposibilidad material de competir con sus pares europeos5.
Esta peligrosa ecuación acarrearía entonces la posibilidad cierta de que el acuerdo
atente directamente contra la generación y el mantenimiento de los puestos de trabajo
industriales, que sin lugar a duda significan la mayor porción del empleo privado.
La inserción del Mercosur al mundo debe ser, en conclusión, inteligente y negociada.
Un acuerdo caprichoso e incondicional bien podría significar una medalla para la oficina
de relaciones internacionales de turno, mas si su trasfondo es peligrosamente asimétrico
podría también devenir en un mecanismo dañino para los intereses y derechos de nuestros
pueblos.
Soberanía de las Islas Malvinas e Islas del Atlántico Sur
El gobierno saliente distendió el reclamo de soberanía sobre las Islas Malvinas e Islas
del Atlántico Sur, e incluso llegó a ser imputado en varias oportunidades6 a raíz de los
acuerdos de aeronavegación suscriptos con Londres, que bien podrían significar un
“posible menoscabo de la soberanía nacional”, como dijo el Fiscal Jorge di Lello7.
Según la definición de Max Weber, el Estado es el “monopolio legítimo de la violencia
en un territorio dado”8. En ese sentido, es tarea primordial del mismo ocuparse de la
seguridad y defensa nacionales. Mientras que la seguridad hace referencia al ámbito
interno y su mantenimiento es tarea de las fuerzas de seguridad (Gendarmería Nacional,
Prefectura Naval, Policía Federal y Policía de Seguridad Aeroportuaria); la defensa o
seguridad externa está relacionada con el ámbito externo, es decir, la protección de
la Nación ante amenazas “fronteras hacia afuera”. Esta última es tarea de las Fuerzas
Armadas (Ejército, Armada y Fuerza Aérea).
La división de tareas no sólo es importante para poder garantizar el efectivo goce de
derechos por parte de la población, sino también para hacer efectivo el control civil de
las Fuerzas Armadas y certificar que nunca más los militares intervengan en la escena
política nacional. Como Asamblea Permanente por los Derechos Humanos, organización
nacida pocos meses antes del inicio de la dictadura militar, con el objetivo de defender
los derechos humanos de toda la población, repudiamos, entonces, las siguientes políticas
que marcan un desvío y retroceso en la histórica postura que ha tenido la Argentina
con relación al control que ejercen los civiles sobre las fuerzas.
A través de los decretos 683/2018 y 703/2018, el Gobierno de Cambiemos (2015-
2019) ha modificado la Ley de Defensa Nacional habilitando el empleo de las Fuerzas
Armadas para tareas de seguridad interna y, de esa manera, ha desdibujado la línea
divisoria entre ambas fuerzas. El artículo 24bis del decreto 683/2018 establece que el
Sistema de Defensa Nacional “ejercerá la custodia de objetivos estratégicos”9, evitando
definir qué se entiende por “objetivos estratégicos”. Sin una división clara entre los
mandatos de las Fuerzas Armadas y las Fuerzas de Seguridad, no se puede delimitar
responsabilidades, tareas y presupuestos. La consecuencia más peligrosa y alarmante
-motivo de nuestra denuncia- son los excesos de poder, que conllevan violaciones de los
derechos humanos de nuestra población.
La ministra de Seguridad Patricia Bullrich ha mencionado en reiteradas ocasiones
su voluntad de alinear a Argentina con las políticas de fortalecimiento del rol policial del
Estado que tienen países como Estados Unidos o Israel. Los nuevos actores de naturaleza
transnacional ponen en jaque el rol del Estado como monopolizador de la fuerza
conduciendo a que éste introduzca las “nuevas amenazas transnacionales” (narcotráfico,
terrorismo, migraciones, ciberataques, crimen organizado) dentro del área de seguridad.
Etiquetarlos como problemas de seguridad les brinda un carácter de urgencia que justifica
un aumento en las funciones de las que son responsables las Fuerzas Armadas y
de Seguridad y su presupuesto, sin que éstas sean en sí mismas los medios adecuados
para hacerles frente. El caso del narcotráfico es un ejemplo claro.
Los decretos antes mencionados han sido publicados dentro del contexto de la
llamada “lucha contra el narcotráfico”, bastión y centro de la política de seguridad del
Gobierno de Mauricio Macri. Enmarcándose en la política que llevó a cabo el presidente
norteamericano Richard Nixon, el gobierno ha concretado incautamientos de grandes
toneladas de narcóticos ilegales. Esos operativos han gozado de gran difusión mediática.
Sin embargo, esta política de ataque a la oferta y no a la demanda ha demostrado
ser ineficiente, teniendo pocas consecuencias en el negocio del narcotráfico y grandes
gastos para el Estado que las lleva a cabo.10 Es más, bajo este justificativo se han cometido
grandes excesos en materia de derechos humanos ya que los que sufren mayor
cantidad de detenciones arbitrarias y posteriores encarcelamientos son personas de
barrios pobres de las fronteras11. Son los pequeños vendedores y no los grandes cárteles
los que se ven afectados por esta política.
La conclusión en cualquier caso es la misma: la expansión del aparato de seguridad
estatal conduce a restricciones de derechos. Esto se agrava si el nivel de ambigüedad
en las definiciones es alto, generando así vacíos legales que den lugar a violaciones de
derechos humanos. En última instancia, son las instituciones militares y de seguridad en
sí mismas las que se ven afectadas por la pérdida de claridad en sus funciones. Desde
la Asamblea Permanente de Derechos Humanos denunciamos que esas políticas que
amplían los poderes del Estado bajo la justificación de actuar en pos de la seguridad de
la población terminan por corroer al mismísimo sistema democrático como medio de
control y mecanismo de transparencia. En un mundo que cada vez más tiende al autoritarismo,
creemos esencial no perder el foco: la democracia es la base de nuestra república,
debemos cuidarla y defenderla.
El submarino ARA San Juan
Hacia finales de octubre de 2017 el submarino A.R.A. San Juan, junto con otras naves
de la Armada Argentina, debía emprender un ejercicio conjunto con la Marina de los
Estados Unidos de Norteamérica, denominado “Cormorán”. Dicho ejercicio, a pesar del
evidente interés del Gobierno de Cambiemos, finalmente no fue autorizado dada la fuerte
oposición que culminó en la Cámara de Diputados y la Argentina no participó. No obstante,
se decidieron realizar ejercicios de gran envergadura en forma contemporánea y
en zonas del Atlántico Sur lindantes al área de exclusión de las Islas Malvinas. La nave,
que data de 1986, había vuelto al servicio en julio de 2015, luego de pasar ocho años en
la reparación de “media vida”.
El 15 de noviembre de 2017 el submarino desapareció con 44 tripulantes a bordo.
A partir de allí se abrió un capítulo de torpezas, contradicciones, mal trato y desprecio
por las vidas de les desaparecides, como por los sentimientos de sus familiares y el de
la ciudadanía que se condolía por la tragedia y a la vez que se interrogaba acerca de las
circunstancias de la desaparición. El Gobierno de Cambiemos reafirmó, en sus omisiones
y sus pocas acciones, su desinterés por la defensa nacional, la aplicación del ajuste
presupuestario también a las naves que deben hacer respetar la soberanía marítima y
territorial. Poco a poco, fue quedando clara la indefensión de las y los submarinistas,
condenados a navegar en un aparato que no podría garantizarles la seguridad, ya que
adolecía de severos problemas en diversos sistemas que aconsejaban su inmovilización
y reparación que se venía postergando más allá de los protocolos. Navegando en condiciones
de alta precariedad se produjo un cortocircuito en las baterías a partir de lo cual
se desató una cadena de eventos que condujeron a su final. El colapso del submarino,
registrado por los detectores de un organismo internacional que rastrea posibles pruebas
nucleares prohibidas, se hizo público el 23 de noviembre de 201712. Las medidas
adoptadas por el Gobierno de Cambiemos fueron en su mayoría forzadas por la determinación
de los familiares (a ocho meses del hecho debieron encadenarse a las rejas de la
Casa de Gobierno para ser escuchados), que desde el primer momento comprendieron
que lo poco o mucho que se hiciera por la búsqueda y rescate del submarino dependía
en gran medida de su movilización.
La gravedad de lo ocurrido dio lugar a la conformación de una Comisión Bicameral
Especial13 en el marco del Poder Legislativo, que se abocó a investigar. Además de la
causa judicial llevada por la Jueza Federal Marta Yañez en Caleta Olivia, signada por su
lentitud e ineficacia, que además negó acceso a la Comisión a las pruebas del expediente.
Esa Comisión creada por Ley, elevó su informe en julio de 2019. La tarea llevada
a cabo por los integrantes de la Comisión arrojó importantes conclusiones acerca del
bajo nivel de involucramiento de los funcionarios civiles (Ministerio de Defensa) e incluso
de los altos mandos de la Marina en lo que fue el ejercicio más importante de la Armada
Argentina de los últimos 30 años, en un contexto de fuertes recortes presupuestarios en
general y en particular de las FFAA, que podría haber merecido una reevaluación de la
participación del país en general y del infortunado ARA San Juan en particular, en ejercicios
en conjunto con fuerzas armadas de otros países. El documento señaló también
la falta de conducción ante la crisis, una vez que el Gobierno tomó conocimiento de los
hechos, sumado al ocultamiento de las circunstancias de la tragedia a familiares como a
la sociedad en general.
El particular abordaje de todos los temas de la realidad nacional por parte de la
administración Macri, en especial la prescindencia de todo involucramiento del Estado
y la desfinanciación de casi todo lo importante en aras de un cínico “equilibrio fiscal”,
mientras se propiciaba la fuga acelerada de US$ 100 mil millones, pone de manifiesto el
desprecio por las personas, cuyo bienestar debe ser el norte de toda política y explica en
parte esta tragedia, cuya trascendencia y responsabilidades políticas fueron ocultadas
por la doble vara con que miden los medios hegemónicos cada hecho, según qué sector
político lo protagonice.
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Referencias
1 https://www.infobae.com/america/eeuu/2019/02/01/estados-unidos-anunciara-su-retiro-del-tratadonuclear-
con-rusia/
2 https://elpais.com/internacional/2019/04/05/actualidad/1554451028_360379.html
3 https://www.cancilleria.gob.ar/es/actualidad/noticias/la-argentina-se-retira-de-la-unasur
4 https://www.perfil.com/noticias/politica/jorge-faurie-sobre-bolivia-esto-no-es-un-golpe-de-estado.phtml
5 https://www.cronista.com/economiapolitica/Mercosur-UE-el-acuerdo-golpearia-a-la-industria-yayudaria-
al-campo-20200216-0023.html-
6 https://infocielo.com/nota/109947/islas-malvinas-denuncian-a-macri-y-a-varios-ministros-por-traicion-ala-
patria/
7 https://www.clarin.com/politica/fiscal-imputa-macri-malvinas-pide-suspenda-vuelo-islas-lanzamiercoles-
20_0_XpzOBsuJ.html
8 WEBER, Max (1919) La política como vocación.
9 Decreto 683/2018, disponible en: http://servicios.infoleg.gob.ar/infolegInternet/
anexos/310000-314999/312581/norma.htm
10 TOLKATLIAN, Juan Gabriel (2017) Qué hacer con las drogas. Buenos Aires: Siglo XXI.
11 Centro de Estudios Legales y Sociales (2019) Derechos humanos en la Argentina: Informe 2019. Buenos
AIRES: Siglo Veintiuno Editores.
12 CTBTO. Organización del Tratado de Prohibición Completa de los Ensayos Nucleares.
13 Ley 27.433 – Comisión Bicameral Especial Investigadora sobre la desaparición, búsqueda y operaciones
de rescate del Submarino A.R.A. San Juan
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EL TERCER
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